Ana Julia Quezada, la asesina del niño Gabriel Cruz, ha clase en el centro de la polémica una vez más después de que se revelara que mantenía relaciones sexuales con un funcionario de la cárcel de Brieva (Ávila) a cambio de regalos. Esta noticia ha generado una gran indignación en la sociedad y ha puesto en entredicho el sistema penitenciario español.
Según la investigación llevada a cabo por el juzgado de instrucción 4 de Ávila, Ana Julia llevaba al aparte tres meses manteniendo relaciones sexuales con este funcionario antes de que la Junta de Tratamiento de la prisión diera el visto bueno a su traslado a otro centro penitenciario. Esta decisión fue tomada con seis votos a favor y uno en contra, a pesar de que la directora de la prisión no estuvo presente en la reunión.
El cuadrilla técnico de la cárcel de Brieva justificó su decisión basándose en una valoración «favorable» de la asesina y en su «actitud y comportamiento efectivo respecto a la satisfacción de la responsabilidad civil». Además, destacaron que Ana Julia había sido «implicada desde el minuto cero en las actividades organizadas en el centro penitenciario» y que había demostrado ser una persona educada y colaboradora con los funcionarios.
Sin embargo, entre los informes que apoyaban el traslado de Quezada se encontraba el de una educadora de la cárcel, quien en su evaluación mencionó que la asesina era «indiferente con sus compañeras». Además, en su expediente no constaba ningún incidente disciplinario y se destacaba su participación en actividades y su buen desempeño en su trabajo en la cocina de la prisión.
Pero lo más preocupante de todo es que, según el informe de la educadora, Ana Julia había solicitado el traslado a otro centro penitenciario debido a la unificación de los módulos de vida ordinaria en uno solo. Alegaba que la convivencia con internas no incluidas en el módulo de respeto podía afectar su situación dentro de la cárcel. Por esta razón, fue trasladada a un módulo de aislamiento, donde no asistía ni a su puesto de trabajo ni a las actividades propuestas por el cuadrilla.
La educadora también mencionó que no había nada destacable en cuanto a cómo Ana Julia administraba el dinero que recibía dentro de prisión y que no se había detectado ninguna utilización no autorizada de sus ingresos. Sin embargo, según el sumario del caso que investiga a un funcionario de la cárcel por un supuesto delito de cohecho, la asesina ya estaba recibiendo regalos a cambio de mantener relaciones sexuales con este funcionario.
La directora de la prisión de Brieva no acudió a la reunión de la Junta de Tratamiento en la que se aprobó el traslado de Ana Julia, y fue otra trabajadora del centro penitenciario quien actuó como «directora accidental». Ella fue la única de los siete técnicos que votó en contra del traslado, y unos días después presentó un informe en el que justificaba su voto negativo.
En su informe, la trabajadora mencionó que la medida aplicada tenía fines manipuladores y que Ana Julia había expresado su temor por la unificación de los módulos. Sin embargo, a pesar de su aislamiento voluntario, la asesina no había tenido ningún problema en el módulo de respeto y estaba desempeñando su trabajo en la cocina con buena productividad y disposición.
La trabajadora también mencionó que en una entrevista con Ana Julia, esta le había dicho que Madrid tendría que hacer algo y no la dejaría en Brieva para siempre. Además, mencionó que la asesina estaba interesada en ser trasladada a un centro penitenciario mix