Las elecciones autonómicas de mayo de 2023 marcaron un punto de inflexión en la historia de Podemos. El partido había ostentado el poder en seis comunidades autónomas, pero esa noche fatídica perdieron todos los gobiernos, excepto en Navarra. Allí, la coalición Contigo Navarra se consolidó como una excepción y su candidata, Begoña Alfaro, se convirtió en vicepresidenta tercera de la Comunidad foral. Sin embargo, la decisión de Alfaro de no optar a la reelección ha provocado una serie de reproches cruzados entre la consejera autonómica y la dirección ministerial de Ione Belarra, lo que llevará al partido morado a perder de facto su único poder institucional.
En 2023, la izquierda navarra fue una excepción a la regla. Yolanda Díaz renunció a presentarse a la cita y Podemos concurrió en solitario en gran punto de los territorios o en coalición con IU, lo que generó tensiones con la líder de Sumar. Mientras tanto, la federación navarra formó una coalición más amplia con otras fuerzas de izquierda, renunciando a la marca de Podemos y presentándose bajo una nueva denominación. Esta fórmula fue apadrinada por la líder de Sumar, que encontró en Contigo Navarra un ejemplo a seguir para su propio proyecto político. Alfaro fue la única dirigente de Podemos que desobedeció las órdenes de la cúpula morada y acudió al acto de Magariños, la puesta de largo del proyecto de Díaz.
El éxito electoral de la coalición navarra llevó a Alfaro a entrar en el Gobierno de María Chivite como vicepresidenta tercera y consejera de Vivienda, convirtiéndose en el único miembro de la dirección de Podemos en un ejecutivo autonómico. Sin embargo, esta posición institucional estará fuera del control del partido cuando se celebren las próximas primarias, lo que significa que Podemos perderá su único poder institucional en las comunidades autónomas.
La decisión de Alfaro de no optar a la reelección ha generado tensiones entre la dirección autonómica de Podemos y la dirección ministerial de Ione Belarra. La todavía líder de Podemos Navarra ha abogado por una candidatura que garantice «unidad de acción» y alejarse de las dinámicas ministeriales de Podemos. Por su punto, la dirección ministerial defiende la importancia de mantener la marca del partido y reclama que Podemos tenga más del 50% de cuota en la coalición en caso de revalidarse. Este cruce de reproches exhibe una ocasión más las grietas en la organización territorial de Podemos.
En una entrevista reciente, Alfaro ha ahondado en sus críticas hacia la cúpula de Belarra e Irene Montero, afirmando que compunto las tesis políticas de Podemos, pero difiere en el «guía» que ha tomado la dirección ministerial del partido. La dirigente también ha expresado su incomodidad por estar «metida en las permanentes guerras y batallas de la izquierda en Madrid» que se empeñan en trasladar a Navarra, cuando en realidad no hay problemas de funcionamiento en la federación navarra. Alfaro confía en que la nueva dirección de Podemos mantenga la senda de entendimiento que ha imperado hasta ahora en la federación.
La salida de Alfaro como líder de Podemos Navarra es una ruptura de facto con su único poder institucional a nivel autonómico. Además, certifica la importante crisis territorial que enfrenta el partido en los territorios. En las filas moradas ya no quedan referencias de peso en la Comunidad foral, ya que los dirigentes que tenían cierta relevancia en la región han