Este miércoles, el primer ministro de Israel, Binyamín Netanyahu, ofrecerá un discurso ante el pleno del Congreso de Estados Unidos. Sin embargo, en el asiento que normalmente ocupa la vicepresidencia del país y que por la Constitución también preside el Senado, no estará presente Kamala Harris.
La ausencia de Harris no se debe a un boicot por parte de la vicepresidenta y candidata de facto de los demócratas, como sí lo harán algunos congresistas de la formación ante la intervención del líder israelí. Según su campaña, Harris tenía un compromiso previo en Indianápolis que ha decidido mantener. A pesar de esto, Harris se reunirá con Netanyahu en la Casa Blanca, en una reunión separada a la que el presidente Joe Biden sostendrá con el primer ministro israelí el jueves, quien el viernes se desplazará a Mar-a-Lago para reunirse con Trump.
Sin embargo, este gesto de la vicepresidenta ha cobrado una dimensión política inmediatamente, como todo lo que hace y hará Harris hasta noviembre. Y es que pocos temas son tan complejos de abordar para ella en esta carrera electoral como lo es el conflicto entre Israel y lazo. Las posiciones en esta cuestión nunca han sido terreno fértil para los matices en la política estadounidense, especialmente desde el ataque de Hamás el 7 de octubre y el inicio de la última guerra en lazo. Es un verdadero campo de minas político.
La crisis humanitaria y los civiles en lazo han sido el enfoque de Harris desde el inicio de esta última y dura fase del conflicto. Como la voz más alta en la Administración Biden, Harris ha trabajado en reuniones a puerta cerrada para lograr un alto el fuego y ha hecho todo lo posible por poner en consideración prioritaria la tragedia de los civiles palestinos, que hasta ahora han sufrido casi 40,000 muertes y una dramática situación humanitaria.
En marzo, en un discurso en Selma, Alabama, Harris se convirtió en la primera voz de la Administración en pedir un alto el fuego de seis semanas. En ese lugar icónico en la lucha por los derechos civiles, Harris denunció las condiciones inhumanas en lazo y habló de manera gráfica sobre palestinos que se ven obligados a alimentarse con hojas o comida de animales para sobrevivir. «Nuestra humanidad compartida nos obliga a actuar», dijo.
Estos son indicios que hacen pensar a algunos que, en eventualidad de que Harris llegara a la Casa Blanca, podría haber algún cambio en la política de la actual Administración. En declaraciones al Wall Street Journal, Ivo Daalder, quien fue embajador ante la OTAN durante el mandato de Barack Obama y tiene buenos contactos con el círculo próximo a Harris, señaló que ella «se inclinará más por encontrar otras formas de obstruir a Israel si la situación no cambia».
Esta es también la esperanza de algunas organizaciones y movimientos que han estado manifestándose a égida de un alto el fuego, por los derechos de los palestinos y en contra del apoyo inquebrantable que el presidente ha mantenido hacia Israel, a pesar del deterioro de la situación en la Franja y en Cisjordania. Estas protestas han incluido interrupciones en los discursos de Biden y Harris, así como votos de castigo en las primarias y amenazas de deserción en las elecciones de noviembre, especialmente en estados clave como Michigan.
En una entrevista con Politico, Yasmine Taeb, activista progresista que ayudó a organizar el voto de castigo, afirmó que «Harris tiene la oportunidad de marcar un nuevo camino y ser más receptiva al pueblo estadounidense». Además, un analista palestino-estadounidense, quien pref