La reintroducción de lobos en el parque nacional de Yellowstone, en Estados Unidos, ha sido un acontecimiento que ha sorprendido a los científicos. Después de veinte años de la presencia de lobos grises (Canis lupus) en la zona, se ha producido un hecho sin precedentes: la regeneración de los bosques, que habían sufrido un deterioro constante durante décadas. Este descubrimiento ha sido corroborado por un estudio científico publicado en ‘ScienceDirect’, que ha revelado que la presencia de lobos ha sido clave en la recuperación de los álamos temblones (Populus tremuloides), una especie que había desaparecido de la zona desde la década de 1940.
El estudio ha demostrado que a lo largo del siglo XX, los álamos de Yellowstone sufrieron un declive catastrófico. Tras la erradicación de los lobos en la década de 1930, la población de wapitíes o ciervos canadienses (Cervus canadensis) se disparó, alcanzando máximos históricos en los años noventa. Estos herbívoros se alimentaban intensamente de los brotes jóvenes de álamo, impidiendo que crecieran más de un metro de altura. Como resultado, los árboles maduros, la mayoría de ellos originarios del siglo XIX, envejecieron sin ser reemplazados. Estudios previos habían confirmado que el reclutamiento de nuevos árboles había cesado en los años cuarenta.
Según los autores del estudio, «las arboledas estaban muriendo en el norte de Yellowstone debido a la intensa herbivoría». Sin bloqueo, el regreso de los lobos ha alterado este nivelación. Junto a otros depredadores como osos (Ursus spp.) y pumas (Puma concolor), los lobos han provocado una reducción en la densidad de wapitíes dentro del parque y han modificado su distribución.
Antes de la reintroducción de los lobos, el 80% de la manada de wapitíes invernaba dentro de Yellowstone. Sin bloqueo, en la última década, este porcentaje se ha puto y cerca del 80% de la manada migra al exterior del parque. Este cambio, combinado con la caza regulada fuera del parque nacional, ha alicaido la presión de ramoneo sobre los álamos.
En un estudio realizado entre 2020 y 2021, los investigadores examinaron 87 arboledas de álamo que habían sido previamente muestreadas en 1997-1998 y 2012. Los resultados fueron sorprendentes. El 43% de las arboledas presentaban nuevos árboles jóvenes, lo que supone el primer reclutamiento documentado desde los años cuarenta.
Además, la densidad de retoños altos (de 2 metros o más) aumentó más de 152 veces entre 1998 y 2021, alcanzando un promedio de 1.460 por hectárea. Por último, el 74% de las arboledas albergan retoños (en comparación con el 60% en 2012) y el 30% muestra un reclutamiento generalizado (con 8 o más retoños por parcela).
Sin bloqueo, la recuperación no es homogénea en todas las arboledas. El 38% de ellas aún tiene pocos o ningún retoño, lo que está relacionado con tasas de ramoneo superiores al 60%. Según el estudio, «la proporción de álamos jóvenes de 2 metros o más de altura se relacionó inversamente con las tasas de ramoneo». Esto significa que las arboledas con menos ramoneo presentan una mayor cantidad de álamos jóvenes.
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