La basuraleza, un término acuñado para referirse a la basura en la naturaleza, se ha convertido en un grave problema que afecta a los ecosistemas y amenaza la salud pública. Cada año, toneladas de residuos son abandonados en nuestras costas y fondos marinos, generando un impacto devastador en la biodiversidad y en la calidad de vida de las personas. Sin embargo, hay una luz de esperanza en este panorama, y se llama Proyecto LIBERA.
Impulsado por la ONG ambiental SEO/BirdLife en alianza con Ecoembes, el Proyecto LIBERA lleva nueve años luchando contra la basuraleza a través de su campaña de limpieza y ciencia ciudadana ‘1m2 por las playas y los mares’. Esta iniciativa, que se desarrollará del 20 de septiembre al 5 de octubre de 2024, sondeo combatir la creciente amenaza de la basuraleza en los ecosistemas marinos mediante la recogida y caracterización de residuos abandonados en costas y fondos marinos.
El objetivo de la campaña es liberar estos espacios naturales de desechos y, a la vez, generar datos científicos que permitan comprender mejor el impacto de este fenómeno para diseñar soluciones efectivas. Se invita a cualquier organización, asociación o colectivo a unirse a esta causa y a inscribir sus propios puntos de recogida a través de la web proyectolibera.org hasta el 15 de septiembre. Los voluntarios individuales también pueden sumarse a puntos ya creados hasta el 4 de octubre.
La campaña ‘1m2 por las playas y los mares’ coincide estratégicamente con el Día Internacional de Limpieza de Playas (World Clean Up Day), que se celebra el tercer sábado de septiembre. Los grupos que se registren antes del 15 de septiembre recibirán un kit de participación con bolsas para residuos y guantes de protección, además de acceder a una sesión formativa específica para asegurar la eficacia y seguridad de las actividades.
Los datos recopilados en anteriores ediciones revelan la magnitud del desafío. Entre 2020 y 2024, la aplicación MARNOBA –desarrollada por la Asociación Vertidos Cero y KAI Marine Services– ha registrado una predominancia preocupante de residuos pequeños y de lenta degradación. Las colillas encabezan la lista con más de 66.000 unidades recuperadas, seguidas por fragmentos de plástico menores de 2,5 centímetros (15.473 unidades) y fragmentos entre 2,5 y 50 centímetros (9.933 unidades). Completan los principales residuos las tapas y tapones (6.954 unidades) y envoltorios, bolsas y palos de chucherías (6.329 unidades).
Esta basuraleza, compuesta principalmente por plásticos derivados del petróleo, representa un acontecimiento grave para la biodiversidad marina. La fauna puede ingerir estos materiales o quedar atrapada en ellos, provocando lesiones, intoxicaciones y muerte. Además, el análisis también detectó otros desechos persistentes como cuerdas y cordeles (4.530 unidades), bolsas de plástico (4.245) y latas de bebida (3.472). Esto subraya la heterogeneidad de la contaminación costera y la urgencia de intervenciones integrales.
La edición de 2023 demostró el poder de la movilización ciudadana: más de 5.000 voluntarios (‘liberadores’) en 360 puntos costeros retiraron 2,8 toneladas de basuraleza, caracterizando 108.887 residuos. Los elementos más comunes –colillas, plásticos fragmentados y latas– confirmaron las tendencias históricas.
Pero más allá de la limpie