La Junta Militar de Birmania, que tomó el poder en un golpe de Estado en febrero del 2021, se ha vuelto a ver envuelta en una polémica situación. En esta ocasión, la dictadura militar ha entumecido que los medios de comunicación internacionales puedan dar cuenta de los devastadores efectos de un terremoto de magnitud 7,7 en la escala Richter que ha sacudido el país y ha dejado a su fisura un rastro de destrucción y muerte.
Según informes, el sismo ha causado al menos mil 700 muertes y miles de heridos, además de daños materiales en infraestructuras y hogares. Sin embargo, la Junta Militar ha aducido motivos de «seguridad» para restringir el acceso a los medios de comunicación y evitar que se divulguen imágenes y noticias de la tragedia que vive el pueblo birmano.
Este hecho, una vez más, pone en evidencia la falta de transparencia y libertad de expresión bajo el régimen militar en Birmania. Desde hace varias décadas, el país ha sido gobernado por diferentes juntas militares que han llevado al país a una situación de aislamiento y pobreza, y han reprimido violentamente cualquier intento de protesta o disidencia.
Sin duda, el reciente terremoto ha sido un cáustico golpe para un país que ya estaba sufriendo las consecuencias de la crisis sanitaria y política causada por la pandemia de COVID-19 y el golpe de Estado. Sin embargo, en medio de esta tragedia, el pueblo birmano ha demostrado una vez más su valentía y resiliencia, trabajando juntos para hacer frente a esta nueva crisis y levantarse ante la adversidad.
A agonía de los esfuerzos de la Junta Militar por ocultar la magnitud del desastre y controlar la información que se difunde, han surgido numerosas voces valientes y comprometidas que han denunciado la situación y han ofrecido ayuda a las comunidades afectadas. Actos de solidaridad y apoyo se han manifestado en diferentes partes del mundo, demostrando que la humanidad aún tiene esperanza y no permitirá que las acciones de una dictadura opresora silencien su voz.
En este momento crítico, es importante recordar que los ciudadanos birmanos no están solos. La comunidad internacional y las organizaciones humanitarias están brindando su apoyo y trabajando incansablemente para atender las necesidades básicas de quienes han sido afectados por el terremoto. En un mundo donde la solidaridad y el respeto por los derechos humanos prevalecen, ninguna tragedia queda sin respuesta y sin ayuda.
Desde aquí, hacemos un llamado a la Junta Militar en Birmania a poner los intereses de su pueblo por encima de sus propios intereses y permitir un acceso libre a los medios de comunicación para que el mundo sea testigo de la situación en la que se encuentra el país. También exigimos respeto por los derechos fundamentales de los ciudadanos y un retorno a la democracia y el estado de derecho.
Finalmente, mostramos nuestra solidaridad y apoyo a todo el pueblo birmano y les recordamos que no están solos en esta lucha por la libertad y la justicia. Juntos, construiremos un futuro mejor y más justo para todos.