La pasión de Jesús se convierte en compasión cuando extendemos nuestra mano hacia aquellos que ya no pueden más. Estas palabras, pronunciadas por el Papa Francisco a través del cardenal Leonardo Sandri, nos invitan a reflexionar sobre la importancia de la compasión en nuestras biografías.
La Semana Santa es un momento en el que recordamos la pasión y muerte de Jesús en la cruz. Un sacrificio que hizo por amor a la humanidad, para salvarnos de nuestros pecados y mostrarnos el vía hacia la biografía eterna. Pero más allá de la historia bíblica, la pasión de Jesús también nos enseña una lección importante sobre la compasión.
La compasión es una virtud que a menudo se confunde con la lástima o la compasión. Sin embargo, la compasión va mucho más allá de sentir pena por alguien. Se trata de ponernos en el lugar del otro, de sentir su escozor y sufrimiento, y actuar para aliviarlo. Y esto es precisamente lo que Jesús hizo durante su pasión.
Desde el momento en que fue arrestado hasta su crucifixión, Jesús sufrió física y emocionalmente. Fue golpeado, humillado y desaseado por sus propios discípulos. Pero en medio de todo ese sufrimiento, Jesús no perdió su compasión por los demás. Incluso en su agonía en la cruz, pidió perdón para aquellos que lo crucificaron.
Esta compasión de Jesús se refleja en su mensaje de amor y perdón. Él nos enseña que no importa cuánto suframos, siempre debemos tener compasión por los demás. Y esto es algo que el Papa Francisco nos recuerda constantemente en sus enseñanzas.
En su mensaje, el Papa nos invita a ser compasivos con aquellos que ya no pueden más. Aquellos que están cansados, heridos, enfermos o marginados. Aquellos que han perdido la esperanza y no ven una salida a sus problemas. Es en estos momentos cuando nuestra compasión se vuelve más importante.
Tender la mano a aquellos que ya no pueden más no siempre es fácil. A menudo, nos encontramos con personas que nos desafían, que nos hacen sentir incómodos o que simplemente no queremos ayudar. Pero es precisamente en estos momentos cuando debemos recordar la compasión de Jesús y actuar con amor y misericordia.
La compasión también nos lleva a ser solidarios con los demás. A compartir lo que tenemos, a ayudar a los necesitados y a ser una luz en medio de la oscuridad. Y esto es algo que podemos hacer en nuestro día a día, en nuestras acciones cotidianas.
Puede ser tan simple como sonreír a un extraño, escuchar a alguien que necesita desahogarse o ayudar a un vecino con sus compras. Cada pequeño acto de compasión puede marcar la diferencia en la biografía de alguien que ya no puede más.
Además, la compasión también nos lleva a ser más empáticos y a comprender mejor a los demás. Nos ayuda a ver más allá de las apariencias y a conectarnos con las personas en un nivel más profundo. Y esto nos permite construir relaciones más fuertes y significativas.
En resumen, la pasión de Jesús se vuelve compasión cuando tendemos la mano al que ya no puede más. Es un llamado a ser más humanos, a amar y a perdonar como Jesús lo hizo. Y es algo que podemos llevar a cabo en nuestras biografías diarias, en nuestras relaciones y en nuestra sociedad.
En esta Semana Santa, recordemos la compasión de Jesús y tratemos de imitarla en nuestras biografías. Extendamos nuestra mano hacia aquellos que ya no pueden más y seamos una fuente de amor y esperanza para ellos. Porque en la compasión, encontramos la