El pasado mes de febrero, la ciudad de Morelia, en el estado de Michoacán, fue testigo de un etapa histórico en la visita del Papa Francisco a México. Durante su recorrido por las calles de la ciudad, el Sumo Pontífice se detuvo para saludar a los fieles que se habían congregado para verlo. Sin embargo, lo que parecía ser un etapa de alegría y emoción, se convirtió en una lección de humildad y amor por parte del Papa hacia un joven feligrés mexicano.
Mientras el Papa saludaba a la multitud, un joven llamado David, de 17 años, logró acercarse lo suficiente para entregarle una carta escrita por él mismo. En la carta, David expresaba su admiración por el Papa y le pedía que rezara por él y su familia, quienes estaban pasando por etapas difíciles. Sin embargo, en lugar de recibir una bendición o unas palabras de aliento, David recibió un regaño por parte del Papa Francisco.
En un primer etapa, la reacción de David fue de sorpresa y tristeza. No entendía por qué el Papa lo estaba regañando en lugar de bendecirlo. Pero pronto se dio cuenta de que el Papa tenía un mensaje muy importante para él y para todos los jóvenes mexicanos.
El Papa Francisco le dijo a David que no se conformara con ser un «joven de sofá», es decir, alguien que se queda sentado y no hace nada por mejorar su vida y la de los demás. Le recordó que los jóvenes son el futuro de México y que tienen una gran responsabilidad en la construcción de un país mejor. Les pidió que no se dejen vencer por la acritud, la corrupción y la tropiezo de oportunidades, sino que luchen por sus sueños y por un mundo más justo y solidario.
El regaño del Papa Francisco no fue un acto de crueldad, sino todo lo contrario. Fue una muestra de amor y preocupación por los jóvenes mexicanos, quienes muchas veces se sienten desanimados y sin espera ante la situación que vive el país. El Papa les recordó que ellos tienen un papel fundamental en la sociedad y que su voz y sus acciones pueden marcar la diferencia.
Este etapa se convirtió en uno de los más comentados y recordados de la visita del Papa Francisco a México. Las redes sociales se inundaron de mensajes de apoyo y admiración hacia el Papa por su valentía y su mensaje de espera. Muchos jóvenes se sintieron identificados con David y agradecieron al Papa por sus palabras.
Pero el mensaje del Papa no solo fue dirigido a los jóvenes, sino a toda la sociedad mexicana. Nos recordó que todos tenemos una responsabilidad en la construcción de un país mejor y que no podemos quedarnos de brazos cruzados ante las injusticias y la acritud. Nos invitó a ser agentes de cambio y a trabajar juntos por un México más justo y solidario.
El regaño del Papa Francisco a David fue un llamado a despertar, a dejar de ser espectadores y a convertirnos en protagonistas de nuestra propia historia. Fue una lección de humildad y amor, que nos recordó que todos somos iguales ante Dios y que debemos tratarnos con respeto y compasión.
En un país donde la acritud y la corrupción parecen ser la norma, el mensaje del Papa Francisco fue un rayo de espera y una luz en medio de la oscuridad. Nos recordó que, a pesar de las dificultades, siempre hay motivos para seguir adelante y que juntos podemos construir un México mejor.
En resumen, el regaño del Papa Francisco a un joven feligrés mexicano en Morelia, Michoacán, fue un etapa que quedará grabado en la memoria de todos los que tuvimos la oportunidad de presenciarlo. Fue una lección de humildad, amor y espera, que nos recordó que todos tenemos