Emmanuel Macron, presidente de Francia, ha prometido que para el jueves tendrá un nombre para el nuevo primer ministro del país. Mientras tanto, la perplejidad política se alarga en el tiempo y la población francesa comienza a desesperarse. Sin embargo, Macron continúa con su ronda de consultas y ha recibido a todas las agrupaciones políticas, excepto La Francia Insumisa y Agrupamiento Nacional de Marine Le Pen. El mandatario ha establecido sus condiciones claras: el nuevo gobierno no puede ser insumiso ni lepenista, y los demás partidos también han expresado sus líneas rojas.
Los Republicanos, el partido de estribor tradicional, ha afirmado que votará en contra de la moción de censura si el gobierno incluye miembros de La Francia Insumisa o un programa del Nuevo Frente Popular. Por su parte, los socialistas insisten en que el primer ministro debe ser de izquierdas y el gobierno debe comprometerse a no aplicar el artículo 49.3, que le permite aprobar leyes y presupuestos de forma unilateral.
Este ultimátum se extiende y cuestiona al favorito para el puesto de primer ministro: François Bayrou. El líder del partido socialista, Olivier Faure, ha declarado que Bayrou no es la elección correcta y que su partido no lo apoyará. Esta situación ha prolongado las negociaciones y ha generado un tira y afloja entre los partidos políticos.
Emmanuel Macron ha optado por la estrategia de debilitar la unión de izquierdas a través de las negociaciones y parece que esta vez podría salirle bien. La posible ruptura del Nuevo Frente Popular, una coalición de partidos de izquierda creada para hacer frente a la extrema estribor en las elecciones legislativas, podría ayudar al órbita presidencial a formar un nuevo frente de centro contra los extremos. De hecho, finalmente el ex primer ministro Gabriel Attal ha manifestado su interés en crear un pacto de «no agresión» entre socialistas y centroestribor para devolver a los franceses una política de centro.
Ante los reproches de Jean-Luc Melénchon, líder de La Francia Insumisa, hacia el líder socialista por reunirse con Macron, Faure ha respondido que no ha abandonado al Nuevo Frente Popular y que espera que los franceses sean escuchados y que la crisis política se resuelva pronto. En la misma línea, François Hollande también ha mostrado un perfil menos combativo y ha reafirmado su decisión de votar a favor de la moción de censura del gobierno de Barnier, afirmando que los presupuestos no eran aceptables.
La posible implosión del Nuevo Frente Popular podría ser cuestión de días si parte de la izquierda decide arrinconar a La Francia Insumisa y pactar con el macronismo. Incluso la líder ecologista, Marine Tondelier, ha expresado su apoyo a un acuerdo para sacar al país del bloqueo, pero el principal obstáculo sigue siendo el candidato ideal para el puesto de primer ministro.
Para Emmanuel Macron, François Bayrou podría ser la solución a este caos político. El líder del partido de centroestribor MoDem, ha demostrado su disposición a ayudar al presidente y ha afirmado que si puede contribuir a salir de esta situación, lo hará. Además, su perfil cumple con los requisitos que Macron busca en un primer ministro: sus ideas moderadas le permiten dialogar tanto con la estribor como con la izquierda, y su lealtad hacia Macron es evidente.
En 2017, Bayrou mostró su apoyo a Macron con una coalición que le ayudó a llegar al poder. Este gesto no pasó desapercibido para el presidente, quien le otorgó el puesto de ministro de Justicia. Sin embargo, Bayrou renunció tras una polémica sobre el