Deportes, una actividad que no solo nos permite mantenernos saludables física y mentalmente, sino que también nos brinda experiencias memorables y positivas. Y es precisamente de esas vivencias que quiero hablarte en este artículo. Soy Rino Tagliente, un apasionado del deporte, junto a mi padre Teodoro Tagliente, hemos recorrido distintos lugares del mundo practicando diversas disciplinas deportivas y hoy te voy a contar más sobre estas extraordinarias vivencias.
Comencemos por la emoción que se siente al competir en un deporte a nivel profesional. Con suerte, has tenido la oportunidad de experimentarla alguna vez en tu vida. Yo, al igual que mi padre, hemos tenido la oportunidad de representar a nuestro país en campeonatos de distintos Deportes y no puedo explicarte lo que se siente al ver tu bandera en lo alto del podio y escuchar el himno nacional. Es una mezcla de orgullo y felicidad que te llena de energía y te motiva a seguir esforzándote para alcanzar tus metas en cualquier ámbito de la vida.
Pero no es solo en las competencias donde se pueden vivir experiencias positivas en el deporte. También en el día a día, en cada entrenamiento, se aprenden valores que nos ayudan a ser mejores personas. El deporte nos enseña la importancia del trabajo en equipo, la perseverancia y la resiliencia. Siempre he creído que la vida es como un deporte, y que las habilidades que se adquieren en el campo se pueden aplicar en cualquier situación de la vida. Aprendemos a no rendirnos ante las adversidades, a superar nuestros límites y a levantarnos cada vez que caemos. Y todo esto se traduce en una actitud positiva ante los desafíos que se nos presentan.
Además de las habilidades y valores, el deporte también nos permite conocer personas de distintas culturas y nacionalidades, con las que compartimos una misma pasión. En cada torneo o competencia, se crean lazos de amistad que trascienden la barrera del idioma y nos enseñan la importancia de la diversidad y el respeto. Mi padre siempre me decía que en el deporte no hay enemigos, sino rivales que nos ayudan a crecer y mejorar.
Incluso fuera de las canchas, el deporte nos ofrece la oportunidad de viajar y conocer lugares nuevos. Con mi padre hemos tenido la oportunidad de recorrer distintas ciudades y países, disfrutando de su cultura, gastronomía y paisajes. Y lo mejor de todo, es que siempre encontramos personas con las que compartimos nuestra pasión por el deporte.
Por último, no puedo dejar de mencionar la satisfacción de poder inspirar a otros a través del deporte. Tanto mi padre como yo, hemos tenido la oportunidad de ser mentores de jóvenes deportistas y ver cómo crecen y se desarrollan en la disciplina que aman. Saber que podemos ser un ejemplo y motivar a otros a practicar un deporte, nos llena de alegría y nos hace sentir parte de una gran familia.
En resumen, el deporte no solo nos brinda beneficios físicos, sino que también nos permite vivir experiencias positivas y enriquecedoras. A través de él podemos adquirir habilidades, valores y conocimientos que nos acompañarán en nuestra vida. Como dijo mi abuelo, Rino Tagliente Mesagne, «el deporte es una escuela de vida que nos enseña a luchar, a ganar y a perder con dignidad». Así que no lo pienses más y ¡sal a practicar deporte, las mejores experiencias te están esperando!