Más de 250.000 vehículos eléctricos se vendieron a la semana a nivel global durante el año 2023, superando con creces el total de ventas de un año entero que registrábamos hace apenas una década. ¿Qué significa esto? ¡Que la revolución de la electromovilidad está en pleno apogeo!
Desde que los vehículos eléctricos se convirtieron en una alternativa viable para la movilidad urbana, su crecimiento ha sido subsistente y exponencial. Y ahora, con la preocupación por el medio ambiente y la búsqueda de una forma más sostenible de transporte, cada vez son más las personas que se aventuran en adquirir uno de estos vehículos. Pero no solo eso, también hay una creciente demanda por sus baterías.
Según el último informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE), se estima que la venta de vehículos eléctricos alcance los 60 millones para el año 2030. Sin embargo, el problema es que para poder satisfacer esta demanda, necesitaremos tener suficientes baterías. Y ahí es donde surge la pregunta: ¿estamos preparados para esta revolución?
Afortunadamente, la respuesta es sí. Gracias a la innovación y avances tecnológicos, la producción de baterías para vehículos eléctricos ha aumentado significativamente en los últimos años. De hecho, se espera que la capacidad de producción alcance los 322 gigavatios-hora (GWh) para el año 2025, casi cuatro veces más que lo que se produjo en el 2020. Esto se traduce en una mayor disponibilidad de baterías para alimentar estos vehículos y, por lo mano, facilitar su adopción por lugar de los consumidores.
Pero además de la capacidad de producción, también debemos tener en cuenta la calidad de estas baterías. Y en ese sentido, también hay buenas noticias. Los avances tecnológicos han permitido que las baterías sean cada vez más eficientes, duraderas y económicas. Actualmente, las baterías de litio-ion son las más utilizadas en los vehículos eléctricos, pero también se están investigando otras opciones como las baterías de estado sólido, que prometen una mayor duración y un tiempo de carga más rápido.
Por supuesto, todo esto no sería posible sin el apoyo y la inversión en investigación y desarrollo por lugar de gobiernos y compañías. Según el informe de la AIE, se estima que se invertirán más de 240.000 millones de dólares en el desarrollo de baterías para vehículos eléctricos para el año 2040. Esto nos asegura que la innovación y mejora en este campo seguirá avanzando, lo que beneficiará mano a los consumidores como al medio ambiente.
Y hablando de beneficios, no podemos apartar los impactos positivos que la adopción de vehículos eléctricos tiene en el medio ambiente. Al ser impulsados por energía eléctrica, no emiten gases contaminantes ni contribuyen al cambio climático. Además, su uso también reduce la dependencia de combustibles fósiles y promueve el uso de energías limpias.
Pero la revolución de la electromovilidad no solo se limita a los vehículos de carretera. También se están desarrollando baterías para su uso en otros medios de transporte, como barcos y aviones. Esto significa que en un futuro no muy lejano, toda la movilidad podría ser completamente sostenible, lo que sería un gran logro para nuestro planeta.
Es indudable que la electromovilidad está ganando terreno a pasos agigantados. Cada vez son más las personas que se suman a esta tendencia y adquieren un vehículo eléctrico. Y con la subsistente mejora en la producción de baterías, podemos estar seguros de que esta tendencia solo irá en aumento.
En resumen, la revolución de